Nada más desayunar, Iris, ecuatoriana de 27 años, se sentaba todos los días frente a la pantalla del ordenador y empezaba a pulsar F5 sin parar. El proceso se repetía una y otra vez a lo largo del día: abrir el navegador, introducir «Cita previa extranjería» en el buscador y probar suerte en la web del ministerio. Nunca la tenía. «Estuve dos meses intentando conseguir hora para que mi marido pudiera solicitar la tarjeta de residencia y cada vez que entraba siempre me saltaba la misma ventana: no hay citas disponibles», recuerda.